jueves, 1 de septiembre de 2011

Declaración de fusión de la organización Lalacnaqom con el PTS.

Tomamos partido: Declaración de fusión de la organización Lalacnaqom con el PTS.


I

La agrupación Lalacnaqom se conformó en 2008 tomando como bandera la defensa de los derechos de los pueblos originarios y en el marco del surgimiento de agrupaciones que reivindicaban “nuevas formas” de hacer política, diferenciándose de los partidos políticos de izquierda a quienes se los acusaba y acusa de verticalistas y dogmáticos. Agrupaciones que en su mayoría se referenciaron en lo que entendieron como un nuevo ciclo de cambios históricos en Latinoamérica, en el que los gobiernos de Venezuela, Ecuador, y Bolivia expresarían un nuevo proceso de ascenso de las masas populares. En este contexto intentábamos abordar la problemática de los pueblos originarios con una mirada culturalista, haciendo trabajos incipientes y versátiles en diversas comunidades en las provincias de Buenos Aires y Chaco. A partir de la práctica misma encontramos limitaciones en nuestra perspectiva. Estábamos, de alguna modo, sectorizando la lucha al abordar la problemática desde un plano cultural-étnico y enajenándola de los elementos concretos, procesos históricos y lucha de clases que enmarcan el destino de cualquier pueblo. Superar la mirada culturalista y autonomista fue nuestra primera emergencia.



Por su parte fuimos elaborando una mirada crítica del denominado “nuevo proceso latinoamericano”, sobre todo en relación a Evo Morales y el MAS de Bolivia. Arribamos a la conclusión de que lejos de marchar hacia el socialismo, Linera y Morales impulsaron la instalación de lo que ellos mismos denominaron capitalismo andino-amazónico, “la construcción de un Estado fuerte, que regule la expansión de la economía industrial, extraiga sus excedentes y los transfiera al ámbito comunitario para potenciar formas de autoorganización y de desarrollo mercantil propiamente andino y amazónico”. Es decir, reordenar el Estado mediante reformas graduales, dando nuevos aires a la burguesía de la "medialuna" asociada fuertemente al capital extranjero y constituyendo una burguesía aymara, dejando intacta así la base de la opresión racista y nacional para con la inmensa mayoría indígena del país. Las contradicciones y limitaciones del “modelo” de Evo Morales son hoy evidentes. Las medidas económicas proempresariales como las falsas nacionalizaciones de los hidrocarburos, la reforma constitucional que deja inalterada la propiedad de la tierra, el “Gasolinazo”, los magros aumentos de sueldos y el reciente conflicto desatado en torno a las pretensiones del gobierno de construir una ruta en TIPNIS (reserva natural y territorio poblado por comunidades indígenas) que acarrearía consecuencias irreversibles, tanto naturales como para las comunidades, reactivaron la movilización de la clase obrera, los campesinos y los indígenas. Desde el gobierno, la represión y la persecución no se hicieron esperar.

II

Entendemos que la penetración del capital en Latinoamérica -junto al bagaje simbólico cultural que conlleva- generó un proceso de descomposición de las organizaciones políticas, sociales y económicas en las comunidades indígenas, que iniciaron profundos ataques a la propia cosmovisión originaria. La emergencia de los Estados Nacionales y la consolidación de la matriz capitalista de producción profundizaron aún más la opresión sobre las comunidades. La disgregación fue incompleta producto de la resistencia tenaz de los pueblos originarios que mantiene viva, pero sin resolución posible en el marco de los Estados burgueses, la “problemática” indígena. Las propuestas de integración ciudadana, reconocimiento cultural o devolución parcial de las tierras son insuficientes para remediar el problema de la opresión nacional, queriendo trasladar al plano formal, demandas indudablemente estructurales. La defensa del derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas (incluso a la separación en un Estado propio) constituye un deber revolucionario. Sin embargo la defensa incondicional de este derecho no conforma nuestra estrategia final. La entendemos como parte fundamental en la construcción de hegemonía obrera en el marco de la alianza necesaria entre sectores oprimidos para conquistar el poder, derrotar al capitalismo y sentar las bases del socialismo. Verdadera e imperiosa condición para la libertad y autodeterminación de los pueblos en todo el mundo. He ahí nuestra estrategia. A su vez creemos que la cuestión nacional debe ser abordada con profundidad. Lejos de cualquier mirada que pondere lo étnico-folklórico en un sentido de-sustancializado y niegue el atravesamiento actual de la lucha de clases, pero también lejos del obrerismo obtuso y de cualquier reducción de la complejidad del desarrollo histórico a un puñado de leyes positivas y supra-históricas, entendemos la cuestión de las nacionalidades oprimidas desde un criterio de clase. Siguiendo a León Trotsky, “(…) El criterio de clase es supremo para nosotros (…) pero solo en la medida en que sea realmente un criterio de clase; esto es, en la medida en que incluya respuestas para todas las cuestiones básicas del desarrollo histórico, incluyendo la cuestión nacional. Un criterio de clase sin la cuestión nacional no es un criterio de clase, sino sólo el tronco principal de tal criterio, que inevitablemente se aproxima a una perspectiva sindicalista o artesanal”.

Sobre la necesidad de la construcción de un partido revolucionario

I- A lo largo de nuestra experiencia militante, hemos compartido espacios y actividades con diversas organizaciones y movimientos sociales. Así como fuimos elaborando una mirada crítica de los nuevos procesos latinoamericanos, también comprendimos que la mejor manera de luchar por una resolución profunda y verdadera a las demanda de los pueblos originarios es adoptando una perspectiva anticapitalista y abiertamente socialista. Profundizar esta discusión nos llevó a ahondar en la necesidad de la construcción de partido revolucionario.

A diferencia del movimentismo que se diluye en la reivindicación en sí, sin dañar realmente al sistema del capital, además de generar efectos disuasivos y desesperanzadores de la misión histórica del proletariado, creemos en la necesidad de la construcción de un partido proletario que dispute el poder a la burguesía.

Los movimientos sociales cuestionan al capitalismo en relación a los efectos, y buscan que sus demandas sean contenidas por el Estado logrando, en el mejor de los casos triunfos parciales, siendo incapaces de crear un programa único que supere la opresión en todas sus formas. Al no visualizar el carácter de clase del Estado, descreen de la necesidad de la revolución social y la toma del poder.


II- con sus diferencias y particularidades las movilizaciones y protestas en Europa, el norte de África y la imponente irrupción estudiantil y de sectores obreros y populares en Chile, son las primeras respuestas de la crisis económica de magnitud histórica. Sin embargo, ni la monstruosa crisis de sobreproducción de capitales y bienes invendibles, ni la imposibilidad de contener las irrupciones sociales mediante los canales políticos vigentes, harán que el sistema capitalista se derrumbe por sí solo. La burguesía acudirá a métodos cada vez más bárbaros para reconstruir su hegemonía y depositar sobre la espalda de la clase obrera “los platos rotos” de la crisis económica.  La urgencia de impulsar  partidos revolucionarios de izquierda a nivel nacional, continental y mundial preparados para responder, dirigir, y dar una salida revolucionaria a los procesos abiertos, es evidente. Solo así, y de una vez por todas, la crisis la pagarán los capitalistas.

NUESTROS ACUERDOS CON EL PTS

Es por todas las cosas mencionadas anteriormente que tomamos la decisión de discutir un proyecto político que se plantee superar el ámbito estrictamente indígena para tener incidencia en todos los planos de la lucha de clases. Debido a múltiples coincidencias en nuestras posiciones políticas con el PTS y diferenciándonos de otras corrientes de izquierda con las que hemos discutido, comenzamos a vincularnos con el partido y fuimos constatando los acuerdos que teníamos en el plano de la práctica. Sobre esta base es que nos propusimos, en una primera instancia avanzar en la formación de un Comité de Enlace entre Lalacnaqom y el PTS para profundizar la experiencia militante común. Hoy a partir de acuerdos programáticos y estratégicos decidimos, con convicción, formar parte del partido.

Acordamos con la política del PTS de inserción en el movimiento obrero, impulsando agrupaciones antiburocráticas, clasistas, de base e independientes del gobierno y la patronal, con el fin de recuperar las comisiones internas y cuerpos delegados de las manos de las burocracias. Alejados de una perspectiva meramente sindicalista, se busca madurar la conciencia de los trabajadores, interviniendo con un programa y una estrategia revolucionaria que empalmando con las formas de autoorganización propias de la clase, de salida definitiva a las penurias del conjunto del proletariado y los oprimidos. A nuestro entender, fomentar y acompañar los procesos de autoorganización obrera no solo es fundamental, sino central dentro de la estrategia que defiende el PTS. El rol del partido revolucionario no es el de llevar el programa revolucionario a las “masas” sin mediación alguna. Tampoco el de esperar que las masas se “acerquen” a dicho programa por inercia. Las formas particulares y propias de autoorganización de la vanguardia obrera conforman el nexo necesario entre el programa, el partido y el conjunto de sectores oprimidos. En este sentido y a diferencia del PO donde los organismos de autoorganización está desjerarquizada tanto teóricamente como en su intervención en la realidad, el PTS es la corriente principal en impulsar el desarrollo del sindicalismo de base a nivel nacional, lo que se plasma en el impulso del periódico “Nuestra Lucha” y como lo evidencian los ejemplos de Kraft, Ffcc. Roca, Pepsico, Donelley, Subte. Procesos comos estos, demuestran que sin la búsqueda incesante para que sectores de vanguardia avancen en adoptar la perspectiva de la revolución socialista, es inviable la construcción del partido revolucionario.

Asimismo, reivindicamos la experiencia de Zanon, la fábrica sin patrón bajo gestión obrera que demostró que la clase obrera organizada, confiando en su propia fuerza, puede alcanzar conquistas históricas. Aun entendiendo que la conquista fue parcial y que la expropiación sin pago y la estatización bajo control obrero es el norte estratégico de la vanguardia de la fábrica y del PTS, es innegable que Zanon se ha transformado en un ejemplo para otras luchas clasistas y de base, dejando al descubierto el rol parasitario de los patrones y la burocracia sindical. Por su parte, se convirtió en un ejemplo concreto de cómo construir hegemonía obrera, referenciando la lucha no solo de los obreros de la fábrica, sino de los docentes, trabajadores de la salud, desocupados y de los mapuches. La alianza con estos sectores, reflejada en la fuerte campaña militante por el Frente de Izquierda en Neuquén, tuvo como resultado un diputado obrero de Zanón que será una banca al servicio de los sectores explotados, oprimidos y en lucha.

El surgimiento de la Juventud del PTS nos parece nodal para nuclear a lo mejor de la vanguardia obrera y estudiantil con vistas a influenciar en vastos sectores de jóvenes dentro de las fábricas, en las universidades, terciarios y secundarios, con el fin de multiplicar nuestras ideas entre miles y poner de pie una corriente revolucionaria juvenil que luche por el entierro del capitalismo, su estado y sus instituciones.

En este sentido, y entendiendo que la vanguardia de la juventud debe ser dinámica, audaz y combativa, defendemos la lucha que los compañeros de En Clave Roja y otras organizaciones estudiantiles hermanas, dan contra la adaptación de muchas agrupaciones y partidos de izquierda a las instituciones y prácticas del régimen en el ámbito universitario. Para organizar un movimiento estudiantil de perfil pro obrero y socialista, la crítica constante e implacable sobre las prácticas políticas y sindicales es indispensable. No compartimos la concepción de “gestión” que otros partidos y agrupaciones de izquierda tienen sobre los Centros de Estudiantes y sus "espacios" como comedores o venta de apuntes. Ni la concepción meramente “gremial” sobre una herramienta militante y fundamentalmente política.

También acordamos con la política que el PTS tuvo en diferentes momentos políticos claves del país, como fue su posicionamiento ante el movimiento piquetero de desocupados, ante el cual, los partidos de izquierda dieron salida administrando planes sociales otorgados por el gobierno, que ocasionaron divisiones al interior del movimiento. El PTS, por el contrario, se negó a la administración de los mismos, proponiendo la unidad del movimiento de desocupados respetando la libertad de tendencias. Asimismo acordamos con el posicionamiento que tuvieron ante el llamado “conflicto del campo” dejando en claro que la defensa de los trabajadores y del pueblo no estaba ni con la oligarquía terrateniente ni con el gobierno kirchnerista.

Otro punto fundamental es la importancia que otorga el partido a la formación de la Fracción trotskista y de la refundación de la IV internacional que impulsa junto a partidos hermanos de América Latina y el mundo y que frente al panorama mundial de crisis capitalista se hace cada vez más necesario, entendiendo que la revolución es necesariamente internacional y de carácter permanente, no pudiendo limitarse al marco meramente nacional.

La política de género impulsada por el partido, a través de la agrupación Pan y Rosas es clave, ya que bajo este sistema la opresión hacia las mujeres se legitima y se reproduce para beneficio de los capitalistas, recrudeciéndose principalmente en los sectores populares. En ese sentido la lucha contra la opresión a la mujer llevada a cabo por el PTS, es fundamental en la lucha contra el sistema capitalista y contra todo tipo de opresión. La nueva agrupación que impulsa el partido, LGTTTB, creemos que es un gran acierto y que a través de la misma se pueden dar discusiones que acerquen a posiciones revolucionarias a valiosos activistas que pelean por la libertad sexual y de identidad de género.

Acordamos con la política de DDHH impulsado a través del CeProDH que ha estado a la cabeza de la lucha contra el aparato represivo del Estado, destacándose en su rol de querellante en los juicios contra los represores Etchecolatz y Won Vernich, sentando un precedente en la calificación de los delitos cometidos por la dictadura como delito de genocidio, y hoy en la mega-causa ESMA. Entendemos que es necesario dar una pelea seria y consecuente en este terreno. El kircherismo utiliza el discurso de los DDHH como máscara progresista para poder regimentar más fácilmente al conjunto de la clase obrera y el pueblo. Mientras existen 1000 procesados por genocidio, son casi 5000 los que están también procesados por luchar. 9000 efectivos de la bonaerense mantienen funciones desde la dictadura. Se jactan de haber bajado el cuadro de Videla, pero envían a sus mejores “cuadros” represivos al Sur de la ciudad. Asesinan a personas que luchan por techo, por territorio, por salario.

Así mismo consideramos fundamental que desde el IPS (Instituto del Pensamiento Socialista “Karl Marx”) se pondere la elaboración teórica propia que permita la reflexión estratégica en conjunto del partido como fundamento para la práctica política revolucionaria.

Es por todo esto que sentimos la necesidad que comenzar una experiencia con el PTS. Tenemos la férrea convicción que solo luchando por el socialismo se generaran las condiciones de posibilidad para el fin de toda forma histórica de opresión, entre ellas la nacional. La autodeterminación de los pueblos originarios está ligada necesariamente al futuro socialista de la humanidad.

Hoy, más que nunca, debemos tomar partido

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